Cuaderno de a Bordo 24/4/2006

(Recomiendo leerlo escuxando "Into the West"-Howard Shore o a unas malas la "Moonligth Sonata Adagio sosten"- L V Beethoven)

Es una noche de puertas cerradas, de músicas lúgubres y tenues luces de lámpara. Pero parece que ésta hoy tendrá fin: la esperanza llamará a mi puerta. El oscuro pasillo de pulidos suelos parece que dibuja un final en el horizonte. No lo llego a ver, mas bien lo intuyo entre las sombras. Hoy mis ojos ven más allá de esta noche eterna. Lo siento, hay un día tras ella. Lo escucho en sus murmullos de silencio. Sí, está, pero no puedo llegar hasta él. Las piernas ya se tambalean, los sudores se vuelve fríos. Resbalo una vez mas, el suelo refleja una silueta al final, no es mi sombra: Hay algo más. El miedo se entrelee en mi flaqueza. Me arrastro rogando por que no me vea nadie, por no hacerme oír en este mar de silencios. Ya veo la puerta: Hay una luz, está abierta. Siento que no llegaré. Las fuerzas se agotan y, en un último esfuerzo, me agarro al amor que aquí me trajo para exprimir las fuerzas que necesito para salir de él.

Casi sin creerlo agarro el marco de la puerta. Mis manos ya ensangrentadas ensucian la superficie, que se vuelve resbalosa y de un tono carmín. Ya está, estoy dentro. Cierro la puerta con a penas un soplo de vida y me quedo dormido tras ella. El suelo ya no está frío. Ya no brilla. Un manto sin forma, cual seda roja bajo mi cuerpo, dibuja mi yaciente silueta . Mañana espero estar vivo, porque mañana despertaré. Mañana, cuando la esperanza venga a llamar a mi puerta.