Oda a la ignorancia
Oh, soledad de noches calladas. En tu presencia me visitan los más siniestros pensamientos. Con tu austero estar reviven mis fantasmas pasados y vuelvo a caer en una tormenta que creía ya calmada. Es cierto: te temo. Resulta curioso como tradicionalmente en el cine y la literatura se nos intenta inculcar al miedo a la presencia, el temor a que, estando solos, alguien nos perturbe. Eso no tiene más raíz que el temor a lo desconocido y la inconcebible seguridad humana de que él es el centro del mundo al que todos pretenden acercarse. La realidad va mucho más allá…
Así, podemos afirmar que nosotros somos nuestro enemigo. Nuestra propia naturaleza curiosa, esa que tanto nos ha hecho avanzar a lo largo de los siglos, es la que nos hace entrar en sendas de difícil recorrido y dudoso final. En el trayecto, nos asaltan todo tipo de sombras, cada una de distinto espesor y concreto calado que, a base de golpes, nos van empujando en una u otra dirección. Son los que, en un abstracto conjunto, marcan el trazo de nuestra travesía.
Todos son igualmente temibles; hasta los que parecen ser más claros y recientes, si son vistos en compañía de otros ya conocidos, toman un nuevo perfil más afilado aun. Esto no es solo propio de cerebros retorcidos y mentes torturadas por los años, todos tenemos en mayor o menor medida fantasmas de un pasado más o menos reciente que nos acechan detrás de la puerta menos esperada. Ellos, a los que durante el día damos la espalda o callamos encerrándonos en un trabajo vacío, toman su particular cruzada por las noches, estas son su territorio. Son oscuros, siniestros y parten de la ventaja de ser parte exclusiva de tu persona.
Y, en efecto, son parte constituyente de nosotros, ya que ellos, nos guste o no, son los que han forjado nuestra personalidad y han puesto los cimientos de nuestro carácter. Ellos condicionan nuestra forma de vivir; son nuestros miedos, nuestros tabúes, nuestros sueños (frustrados en su inmensa mayoría), nuestros pasos no dados, nuestras palabras tragadas… Son los únicos testigos de nuestras noches en vela, tan culpables como acompañantes, tan despreciables como nuestros.
4 Comments:
Haveces el mar queda mas lejos de los esperado, haveces te pierdes en tu propio mapa, haveces es mejor dejarse llevar por el viento de levante...dejar que tus suegnos ardan en una candela, aveces es mejor no pensar a veces es mejor solo correr
estoy seguro q nuestro mayor problema somos nosotros mismos.. consciente o incoscientemente creo q somos nuestro mayor y mas temido enemigo.. a diario pienso.. esq la vida me lo complica ..pero realmente somos nosotros kien nos complicamos la vida... "incosciente o conscientemente" cabe la sonrisa en el qlo hace incoscientemente que de una forma u otra.. lo hacemos todos.. un saludo a todos y en especial a jose, gracias por estas palabras y me siento muy identificado en ellas hermano! :) un abrazo fuerte
Gracias!
aveces, el saber nos vuelve debiles; nos gustaría no saber nada, no pensar, o si?acaso no se trata de eso? la sugestión del conocimiento es lo que nos hace tan verosimiles, brillantes y rastreros a momentos.cuando te sumerges en la ignorancia,no es una barrera?no lo sé, no lo tengo muy claro,pero si,se echa de menos.ojala tuviera la soltura que desprendes con tus palabras, tus ideas, tus pensamientos,....gracias por hacerme reflexionar,pensar un poco en que viene bien descansar,descansar de pensar.
Besitos pa los niños del colegio de las Esclavas.
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